El fin de semana pasado todo el mundo, y en este caso no es una exageración, estaba atento a los acontecimientos de la infección con COVID-19 de Donald Trump. En todos los noticieros en Puerto Rico, en Estados Unidos y en Europa era una noticia importante. Todo el mundo estaba a la expectativa de cuál iba a ser el desenlace del hombre más poderoso del mundo en contra del virus más temible del mundo en este momento. Del hombre que ha dicho que no hay que tomar las precauciones que todos los salubristas hemos predicado por meses para prevenir la infección con COVID-19. El hombre que nunca o en muy pocas ocasiones utiliza una mascarilla y que estimula a sus seguidores a tampoco usarla. El hombre que ha efectuado actividades políticas donde nadie lleva las medidas de precaución y ha habido múltiples participantes infectados con COVID-19. El hombre que en múltiples ocasiones ha menospreciado el potencial infeccioso del COVID-19 y ha llevado a la nación americana a ser el país con más personas infectadas y con mayor número de personas que han muerto.