El escritor Edgardo Rodríguez Juliá comenta el caso de la exmaestra Yaira Cotto Flores, sentenciada a 10 años de prisión por transportar a un menor de edad a un motel con la intención de incurrir en actividad sexual criminal
El escritor Edgardo Rodríguez Juliá comenta el caso de la exmaestra Yaira Cotto Flores, sentenciada a 10 años de prisión por transportar a un menor de edad a un motel con la intención de incurrir en actividad sexual criminal
Cuando comencé mi carrera como profesor universitario a los veintidós años, en 1968, algo que me resultaba curioso —para nada escandaloso—era la cantidad de profesores casados con exalumnas. Uno de ellos me aseguraba, con nada de cinismo, que a ese fenómeno se le llamaba “el eros pedagógico”. Me citó a Platón. Me advirtió que algún día tendría la tentación. Yo tenía veintidós años y mis estudiantes hembras dieciocho. Podría ser novio de muchas, y no el seductor sinuoso, ventajero y acechante, el Humbert Humbert ante un semillero de Lolitas. Mi mentor, ya aburrido en la medianía de edad con su exalumna, añadía: “¿Quién que es no es romántico?”
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